martes, 27 de mayo de 2008

Yo circulo, tú circulas, él circula, nosotros circulamos

Nos parece completamente intuitivo. Desde el momento que tenemos un mínimo de conciencia sobre el asunto (en algún momento del curso de la Primaria, seguramente), el hecho de que la sangre circula por el cuerpo nos parece algo completamente intuitivo. Pero yo les pregunto ¿por qué son capaces, sin haberlo visto nunca, de afirmar sin lugar a dudas que eso es así?. Algunos me contestarán "Y.. este... porque el corazón la bombea y.. ¡el pulso!"; otros me dirán "Y, boludo, ¿nunca te cortaste? ¿No viste cómo chórria la sangre?"
¡No nos engañemos más! No es intuitivo. ¿Quién dice que el pulso (arterial, claro) o el latido del corazón tengan algo que ver con la sangre? Y, más aún, ¿por qué el latido del corazón es prueba suficiente de que la sangre circula? Lo mismo, hagan un corte en una manguera que simplemente tiene agua adentro (no tiene que estar corriendo), y ésta se va a escapar.
Pero, che, p... 'peren un cacho, no se pongan mal. No fue hasta el siglo XVII d.C. (¡año mil seiscientos y pico después de Cristo!) que William Harvey demostró por primera vez en la historia de la humanidad, de manera casi irrefutable, que la sangre circulaba, que era siempre la misma y, su volumen, constante (se pensaba que la producción era consecuencia directísima de la ingesta de alimentos). Se encargó de demostrar, con los métodos más ingeniosos que se puedan imaginar, que la sangre circulaba por las arterias. ¡Y qué digo! Primero se encargó de demostrar que las arterias tenían sangre, ya que durante miles de años, y quizás empezando con algunos griegos como Aristóteles, se pensaba que las arterias contenían aire (etimológicamente, la palabra "arteria" tiene relación directa con "aeris": "aire"), porque en el cadáver siempre las encontraban vacías. Pero, claro, ¿cómo no las vas a encontrar vacías si las estás cortando por un lado y dejando que todo se escape?. Los más jugados propusieron que por las arterias (y por la sangre, y por todo el cuerpo) circulaban espíritus animales, encargados de darle vida al cuerpo. Para este particular, por ejemplo, dijo "Che, media pila, corten una arteria o vena por sus dos extremos, sepárenla del resto del cuerpo sin destaparlas, y después fíjense; van a ver que la cantidad de sangre es la que corresponde al volumen del tubito" (porque eso sí, geometría sabían).
Con estos métodos simplísimos se encargó de hacer entender a la humanidad la visión que tenía sobre el cuerpo humano (derivada, como todo, en parte de un instinto puro, y en parte de sus ingeniosísimas investigaciones). Murió sin saber, por falta de recursos tecnológicos, cómo carajo hacía la sangre para pasar del lecho arterial al lecho venoso (y eso que el había entendido que eso realmente pasaba, ¿eh?).
No obstante, sus contemporáneos, por supuesto, le decían "No, che, pará, flaco. ¿No ves que es completamente hereje lo que decís? Vas en contra de Dios y el legado griego. ¡Oh!". Por ejemplo, Gaspar Hoffman, un contemporáneo suyo, lo acusó varias veces de suponer "que la naturaleza fuera tan torpe e ineficiente artífice, que tuviese que sufrir que la sangre se estuviese recrudeciendo y volviendo una y otra vez al corazón con el fin de volverse a cocer, tan sólo para luego volverse a gastar en el sistema arterial, echando a perder la sangre perfeccionada, tan sólo por encontrarle algo que hacer" (una convención popular era que la sangre pasaba por el corazón para cocerse, originando el calor corporal y por tanto la vida; la cita se refiere a lo que ahora sabemos como el paso de la sangre desde el corazón a los pulmones para oxigenarse y nuevamente al corazón, en el circuito pulmonar). Lo divertido de esto es que Harvey se ofreció para hacerle una demostración pública práctica de sus teorías, y Hoffman, el único en el público al que no había convencido, siguió inventando objeciones al respecto. Cansado, Harvey, agarró, clavó su cuchillo en una mesa, y se fue del anfiteatro.
Si bien lo banco a muerte a Harvey, no voy a ser tan hipócrita de no reconocer el trabajo de algunos de sus predecesores, como Galeno o Vesalio, que se dedicaron a resolver gran parte de las cuestiones anatómicas que a ese momento se sabían; y por supuesto tampoco pueden ignorarse a todos los que lo siguieron. Tampoco quiero desprestigiar a Aristóteles (aunque se me inculcó, de forma casi programada, tenerle una desconfianza infinita) ni al resto de los muchachos de la Grecia; no es erradísimo pensar en la existencia de espíritus animales circulando en la sangre, si se piensa en la cantidad de células y moléculas que por ella circulan, y que se encargan de mantener la vida y función de todo el organismo. Ni siquiera puedo hablar de "errado" sin cierto pudor, considerándome seguidor de la Medicina Tradicional China, con toda su circulación de energía y todas esas cositas.
La moraleja es que estamos acostumbrados a dar miles de cosas por sentado, sin preguntarnos mucho de dónde vienen (y, claro, si no lo hiciéramos, el progreso histórico sería absolutamente imposible), y a veces nos aferramos tan fuerte que al aparecer algo totalmente revolucionario, lo defenestramos completamente. ¡Cuidado!

1 comentario:

Chil dijo...

Me hace acordar a alguien.... Mmmh?

Harvey Birdman? (?)

Muy nino ^^!!! Otro día te muestro como le expliqué a Jony una ver el capítulo de Introduccion al narcisismo de Froid :D