miércoles, 28 de enero de 2009

Guardianes

Dios los elige y Su voluntad ha de ser escuchada. En realidad, intentar pensar que estamos exentos del asunto es una locura; el próximo elegido puede ser cualquiera de nosotros y quizás nos podamos salvar pataleando un poco, pero cuando el Designio haya sido pronunciado con la fuerza suficiente, habremos de acatar y jugar el rol, ponernos esa vestimenta que nos fue seleccionada. Por supuesto, aún cuando es una Voluntad Superior la que habla a través del Guardián, algunos —porque somos humanos, nada podemos hacer— cumplirán la misión mejor que otros, pero nunca he visto en los años que llevo de vida a alguien que se atreviera a desobedecerla o, siquiera, poner una mueca de disconformidad en su elegido semblantes.
Ser el Guardián de la Puerta del Baño del Ómnibus no es cuestión de bromas. Hay, como en cualquier trabajo, muchas pautas que seguir y se trata de un sacrificio cuyo Premio Divino está vedado sólo para aquellos que ya hubieren cumplido su tarea. Para todos los demás, ese Premio, esa consagración por los labores realizados, está más allá de cualquier comprensión que podamos tener del asunto los humanos normales. Algunos pensadores modernos —más arriesgados y críticos que los de antaño— sostienen que ese premio es puramente Terrenal y que no se encuentra en un plano Espiritual (mucho menos en un estadío postmortem), pues la recompensa debería ser proporcional a la tarea. Otros más conservadores señalan a estos primeros como impíos faltos de fe y aseguran que de ninguna manera debe menospreciarse el calibre de la Voluntad. Lo cierto es que nunca nadie se atrevió a cuestionar la antigua Revelación de que aquellos que osaran develar el Premio una vez obtenido, serían castigados con la Vigilia Perpetua de una puerta a la que ningún usuario acomete por razones fisiológicas (la Puerta de Borracheras e Indigestiones es el castigo mínimo; de otros más graves nadie se atrevió jamás a hablar).
La forma de encarar su tarea, quiero decir, de aprenderse el Guión, varía según la persona elegida. Algunos practican sus líneas en sueño desde el momento que se enteran del Designio. Entre estos, algunos han expresado haber caido en un sopor que les pareció durar tres meses —ni un segundo más, ni uno menos, según el acuerdo general— hasta que en el último instante terminaron de aprender su papel, pero que en realidad no tuvo mayor duración que una noche normal. Otros optan por aprender su diálogo in situ, es decir, mientras los primeros usuarios aparecen. "Tirá un poquito más fuerte"; "Tenés que hacer palanca"; "Está ocupado"; "Hay un pedalcito para limpiar el váter" pueden parecer frases fáciles de memorizar, pero el verdadero desafío (no me atrevo a decirlo más que como observador) está en lograr el tono solemne, falto de cansancio y hasta alegre con el que deben pronunciarse. Ya lo mencioné más arriba: creo que ese estado de ánimo es manifestación directa de una Voz Divina personificada en los Guardianes; más prueba de esto es su ausencia absoluta de sueño durante todo el transcurso del viaje.
Estense atentos, pues. Todos podemos ser llamados a Guardianes en el transcurso de nuestras vidas terrenales. La Bienaventuranza espera a quien sea asignado alguno de los dos primeros asientos del ómnibus, reservados eternamente al ejercicio del Deber...

1 comentario:

Nico dijo...

Este relato revelador me devolvió la fe en Dios. O será que ando buscando alguna excusa para recuperarla.