miércoles, 15 de abril de 2009

Creatividad científica

El budo de los genes
En el antiguo Japón feudal, los samurai, guerreros finamente entrenados en el arte de la espada, tenían una regla más o menos implícita que era la de "un corte, una muerte", lo cual significaba que en un combate, la ejecución de un solo corte con la espada debería ser capaz de acabar con la vida del adversario. El tiempo pasó, las guerras civiles terminaron, y en otras partes del mundo la ciencia se desprendió de la filosofía, un monje cultivó algunas florcitas, un par de jóvenes demostraron la estructura de unas moleculitas, y así la historia.
No sé si a propósito o no, hoy los genetistas tienen una regla según la cual agrupan a un conjunto de enfermedades más o menos bien determinadas. Se refieren a ellas cuando hablan de afecciones de "un gen, una enfermedad", refiriéndose a las enfermedades que indudablemente se van a expresar si el individuo tiene el gen aberrante.

¡Salud!
Hace un par de días, en la revista NewScientist salió publicado un artículo sobre los estornudos causados por el sol, un mal espantoso que afecta a una parte más o menos discreta de la población, vuestro servidor incluido. Entre otras cosas, el artículo dice que los científicos que investigaron este asunto notaron que era un problema hereditario que se transmitía en forma autosómica dominante, queriendo decir que la transmisión no está influida por el sexo de la persona (autosomía), y que si te tocó ese gen en la repartición, entonces tenés esa característica (dominancia). En realidad, lo que más me llamó la atención del artículo es que parece que los científicos, en un ataque de originalidad con pocos precedentes, aprovecharon para ponerle un nombre nuevo al problema: "ACHOO"; siglas para el inglés autosomal-dominant compelling helio-ophtalmic outburst, traducible en algo así como "estallido helio-oftálmico debido a autosomía dominante" (helios es el griego para "sol", y opthalmos es el griego para "ojo"). Una genialidad.

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