miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tres formas y otra de yapa

Tradicionalmente en el estudio del sistema nervioso y sus funciones existen dos formas de proceder —bastante horribles, se podría decir— para entender tal o cual mecanismo o estructura, y una tercera para el estudio en los humanos. ¡Veamoslás con tres pequeños casos!

-Estimulación:
Una forma es estimular directamente una determinada zona del cerebro que se quisiera estudiar. Para eso se pueden agarrar unos microelectrodos y descargar una pequeña corriente sobre ese área, y ver cómo reacciona el individuo, o también a veces se inyecta alguna sustancia en la circulación cerebral para ver cómo afecta al comportamiento.
En 1954 dos científicos, Old y Minner, estaban experimentando en una ratita, precisamente con esa técnica de estimulación eléctrica. Estaban investigando algunas funciones relacionadas con el aprendizaje y la memoria, estimulando zonas que se sabía que estaban relacionadas con eso. Pero se ve que en una fallaron y le dieron a otro lugar del cerebro (probablemente el hipotálamo) cerca de donde estaban trabajando. Después de ese intento pudieron ver que la rata volvía compulsivamente al rincón de la jaula donde se había producido ese estímulo, y que no podía alejarse de ahí por mucho tiempo. ¡La rata se había vuelto adicta al rincón! Inmediatamente los dos autores dejaron de lado sus investigaciones previas y se pusieron a trabajar sobre este nuevo descubrimiento, que marcó el primer paso a entender cómo funcionan neurológicamente las adicciones.
Más adelante el estudio derivó en la implantación de electrodos adentro del cráneo del individuo (se vio en ratas, humanos, y otros), con la posibilidad de que éste se dé a sí mismo choques eléctricos en zonas que, al estimularse, producen sensaciones de placer; por supuesto, se volvían adictos al auto shock. A partir de ahí se empezó a describir lo que se conoce como "circuito de la recompensa", que se afecta en los casos de adicciones.

-Inhibición o ablación:
Otra forma mucho más cruenta es remover una determinada área del cerebro, dejando, por supuesto, al animal vivo después para ver cómo reacciona. En base al nuevo comportamiento se deduce para qué servía eso que sacaron (por ejemplo, si se sacan los centros de la saciedad, se va a ver que el individuo no puede parar de comer).
Otro grupo de investigadores, liderado por Jouvet, fue capaz de poner de manifiesto el comportamiento onírico en un gato. Lo que hicieron fue agarrar al desafortunado miau-miau y le sacaron una partecita del cerebro que se conoce como locus coeruleus, encargado —junto con otras estructuras— de inhibir el tono muscular durante el sueño paradójico (o REM) que es el momento de máxima actividad onírica durante el sueño. Al no tener inhibición sus músculos, los investigadores pudieron observar cómo el gato, completamente dormido, podía actuar lo que estaba soñando.

-En humanos la ablación tiene que ser natural:
¡Y no! ¿Cómo vamos a hacerle algo así a un humano? ¡Qué monstruosidad! Mejor esperamos que se lo haga él solito y después lo estudiamos.
Así es como se dio el famosísimo caso de Phineas Gage, un obrero de ferrocarriles. En 1848, estaba trabajando con unos explosivos, como siempre lo hacía, pero en un descuido se olvidó de tapar la pólvora con arena para que no fuera tan reactiva. Una chispa encendió la pólvora y la hizo explotar; una barra metálica participó de la explosión y le atravesó el cráneo a Phineas, entrando por la mejilla y saliendo por la tapa del cráneo (¡miren, una reconstrucción digital!). En su recorrido por el interior del obrero, la barra se llevó toda una porción del cerebro: el lóbulo frontal. Lo increíble del caso es que Gage sobrevivió al accidente y a los dos meses el doctor Harlow le dio de alta por haberse recuperado completamente.
Todos sus conocidos lo describían como un hombre bueno y capaz, pero después del accidente se había convertido invariablemente en un tipo maleducado e impaciente y no era capaz de mantener planes a futuro; como que sus facultades más humanas habían sucumbido ante aquellos comportamientos más animales. Por ponerlo simple, a partir del caso de Phineas se entendió la importancia del lóbulo frontal en los mecanismos de conciencia y comportamiento social, que actúan en favor de las buenas acciones.
(Si a alguien le interesa, el pobre Phineas perdió su trabajo por haberse convertido en un tipo completamente insoportable; después lo metieron en un circo, en el que exponían su cicatriz y la barra de metal, hasta que se murió de un ataque epiléptico antes de cumplir 40).

-La tecnología:
Actualmente la tecnología, con todo esto de las resonancias magnéticas, los estudios de circulación y todo eso, permiten ver qué áreas del cerebro se activan con determinados estímulos o acciones de la persona, sin tener que recurrir a ningún tipo de técnica invasiva. Esto da lugar a que científicos tempestuosos salgan todo el tiempo en las noticias a decir cosas como "¡Descubrimos que el amor y el odio son casi casi caaasssiii la misma cosa!". Usadas responsablemente, en poco tiempo se podrían descubrir muchísimas cosas divertidísimas e interesantes sobre el funcionamiento del cerebro. O no. ¡Ya veremos!

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