lunes, 1 de septiembre de 2008

Patología

A veces realmente pienso que tengo un serio problema neurológico que obtusa mi sentido de la justicia y la culpa, dándole matices patológicos. Quizás un tumor productor de acciones políticamente correctas en el lóbulo frontal, no sé, yo tiro propuestas.
El subte estaba operando con demoras (la relatividad de esto es evidente y no lo voy a detallar ahora), y al lado de los molinetes había un empleado de Metrovías dispuesto a abrirle las puertas del costado a quien así lo reclamara. Ya no era hora pico y éramos contados los usuarios en ese momento. Yo había visto cómo segundos antes le había abierto la portezuela a una señorita, pero no sabía si había sido por motivos extraordinarios o porque simplemente se estaba ofreciendo ese servicio a todo el mundo, así que cuando fue mi turno de pasar (cuando realmente llegué hasta los molinetes) le pregunté al empleado "¿Paso por ahí, o por acá normalmente?". No sin cierto tono de burla —quizás se había leido las Obras Completas de Lewis Carrol la última semana, no sé—, y sin saber que estaba siendo parte de un experimento neurosociológico que nunca vería sus conclusiones, me contestó "Ah, no sé, eso depende de vos. ¿Por dónde querés pasar?". "¡Pe...!" fue lo único que atiné a contestarle antes de sumirme en profundas cavilaciones que me retuvieron cabizbajo y casi paralizado por algunos segundos.
"Su saldo es 3,60" leí en el marcador del molinete y guardé la billetera. "¡Está loco! ¿Te das cuenta?" escuché a mi interrogador decirle a otro usuario, que seguramente había aceptado la oferta, mientras ya bajaba por las escaleras hacia el andén.

Algún día lo veré desde otra perspectiva y entenderé tal vez por qué lo hice. No sé, digo.

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