miércoles, 27 de agosto de 2008

Donde animal hubo, huesos quedan

Para el apasionado por la anatomía, o bien para el simple estudiante y/o conocedor de ésta, la hora de comer puede ser momento de grandes deleites ya no gastronómicos, sino también intelectuales. El único requisito es que lo que se esté por ingerir provenga de algún animal y no esté triturado. ¡Momento, momento! Ya los veo prendiendo las antorchas, déjenme explicarles.
No sabemos si fue por obra de Darwin, Dios, el Universo o Perón, pero lo cierto es que el grado de similitud que tienen las distintas especies animales (sobre todo me voy a referir a los vertebrados) entre sí es de lo más notable. No quiero ni siquiera ponerme a decir lo idénticas que son las células de unos y otros ¡No! Vamos a lo más evidente. Parece obvio, pero todos estos animales tienen cabeza, todos tienen un cuerpo y no estaría de más decir que casi todos tienen extremidades. Todos tienen ojos, nariz, boca, sistemas nerviosos, aparatos óseos y musculares, vías respiratorias, tubos digestivos, sistemas de alimentación y excreción, y así podría seguir in eternum. Me alejo del tema principal, ¿pero por qué es tan obvio? ¿Qué tiene de obvio que una especie tenga exactamente las mismas cosas que el humano (u otra especie a comparar), si son diferentes? ¡Nada! Nos parece obvio porque estamos acostumbrados, porque desde que nacemos (y no ya desde el colegio) estamos rodeados de estas otras especies que son como nosotros pero un poquito diferentes. El pensamiento, quizás inconsciente, sería algo así como "Yo sin ojos no veo, entonces para ver se necesitan ojos y por eso está bien que este otro animal los tenga". Los más despiertos podrán criticarme y decirme "No, pará, pará, yo estoy viendo a mi perro y no se me parece en nada, sabelo." Les doy cinco segundos para abstraerse, pensarlo y darse cuenta que hay algo un poco raro en este asunto. Vamos de nuevo: ¿pelos? ¿dedos? ¿uñas? ¿dientes? ¿pupilas? Claro, por supuesto que existen diferencias: el perro tiene cola y el humano no. Pero el perro tiene cola y el gato también, en eso se parecen ellos y siguen siendo especies diferentes. Los mamíferos tienen pelos y las aves tienen plumas, pero todos tienen cuatro extremidades. Al intentar encontrarle una explicación llegamos en primer lugar a dos opciones distintas: 1) Un ser superior nos creó a todos los seres vivientes con un mapa similar 2) Descendemos (evolucionamos) todos de distintas formas desde un ser primitivo en común. Las dos son interesantes y las dos nos sirven ahora de igual manera: de alguna forma llegamos a ser iguales —pero la discusión a ese respecto la dejo para otro momento. Lo interesante de esto es: ¿qué tan iguales?
Hay bastantes formas de responder eso, pero pongámoslo así: tan iguales que, al momento de estudiar un proceso fisiológico, lo visto en una especie se puede transportar con bastante facilidad a las demás. Por ejemplo, una enorme cantidad de lo que se estudia como "embriología humana" realmente nunca se estudió en humanos (por motivos bioéticos y de facilidad tecnológica), sino que se estudió en aves y otras especies y se transportaron los conocimientos, considerándolos como homólogos —a medida que se fue accediendo al estudio de embriones humanos se fueron ajustando algunos detalles que efectivamente variaban, pero se vio que el concepto general del embrión se conservaba. Y si la embriología es básicamente la misma, podemos sospechar que el resultado en las distintas especies va a ser bastante parecido. La diferencia va a radicar en que algún miembro rote, otro se desarrolle más, aparezcan estructuras propias o se eliminen las innecesarias, el embrión se geste más o menos tiempo, etc., y voilà, al nacer tenemos un individuo característico de la especie estudiada. Es fascinante ver el grado de homología que hay entre un organismo y otro: las arterias y los nervios siguen trayectos similares, los huesos son casi idénticos y los músculso también, se pueden distinguir con toda tranquilidad las vísceras y otros órganos. Y no, no me refiero a comparaciones evidentes entre especies, como un mono y un humano. Me refiero, por ejemplo, a que el radio (hueso del antebrazo) de un dinosaurio tiene exactamente la misma forma que aquél del ser humano.
Y acá es donde entra la diversión a la hora de cocinar o de comer. Supongan que están preparando un pollo para la cena y saben anatomía humana: van a empezar a notar que, igual que nosotros, tiene piel, tiene aponeurosis, tiene grasa subcutánea; van a llegar a los músculos y van a notar que la distribución es bastante parecida; van a llegar a los huesos y van a notar que todos están allí, la escápula, el cúbito, el radio, el húmero, el fémur, la tibia o el peroné; van a notar que incluso las articulaciones se parecen, los cartílagos, los ligamentos (rompí en lágrimas de emoción* el día que descubrí que el pollo tiene un ligamento redondo igualito al humano entre la cabeza del fémur y el hueso coxal). Lo mismo pasa si lo están comiendo: si prestan atención, van a gritar maravillados "¡Uy, mirá! ¡Es la arteria tibial anterior!" o "¡Los ligamentos cruzados!", entre tantas otras. Dejemos al pobre pollo y vayamos al asado: vamos a ver músculos abdominales, cortes de tórax, glándulas y órganos (la molleja es el timo, uno de los encargados de la inmunidad; el bofe son los pulmones; los chinchulines, los intestinos; y el tan codiciado caracú es la médula espinal). Con suerte quizás encontremos un conducto inguinal por ahí dando vueltas.
Aconsejo al joven anatomista carnívoro que preste atención a lo que come. No sólo aprenderá anatomía sin la necesidad de tener que ahogarse en formol, sino que ganará casi seguramente un nuevo respeto por los seres vivos en general.
Desaconsejo fuertemente practicar esto frente a madres de cualquier tipo (la propia, la de un amigo, la de la novia, la madre de la madre o del padre, etc.), a mujeres impresionables a las que uno quiera impresionar (el efecto no será exactamente el deseado, aunque por una cuestión semántica parezca que sí), y ni hablar de hacerlo frente a hombres cuando se es una mujer intentando ser femenina. No. Rotundamente. Les será vedada la integración a la sociedad.
Listo, yo les advertí.

*No, mentira, es sólo un recurso literario.

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