miércoles, 16 de julio de 2008

Metodología taxonómica

En pos de poder ordenar mi —hasta ahora un tanto modesta, pero honrada— colección de libros me vi obligado a adoptar alguna metodología. Decidí apilarlos indiscriminadamente y empezar a sacar uno por uno; para un costado irían los grandes libros (textos médicos, enciclopedias, etc.), para el otro, todos los demás. Sin mayor orden que el alfabético, todos los primeros fueron a una repisa de la biblioteca preparada especialmente por la altura de los mismos.
La tarea se complicó al momento de decidir el orden de todos los demás: ¿aleatorio? No, demasiado fácil y caería en un círculo de desorden de nunca arreglarse; ¿alfabético? Nunca me acordaría si es por orden de nombre o de apellido (¿y qué haría con personajes como, por ejemplo, K'ung Fu Tzu? ¿se pone en la C de Confucio, en la K de K'ung o en la T de Tzu?) o, peor aún, por nombre de libro: ¿en castellano o con el nombre original? ¿qué hago con los que empiezan con un artículo? Opté, entonces, por algo con un grado un poquito menor de entropía: primero por género o tipo (categorías un poco autocráticas) y después por orden alfabético del apellido de los autores.
Entonces, nuevamente, una pila general y a dividir: para un lado los libros "teóricos" y para el otro aquellos con "narrativa". De nuevo, la primera fila fue fácil, pues para una sola repisa podían ir tranquilamente los libros orientalistas, de historia, de filosofía y de ciencia. Por el otro lado, para una anteúltima estantería estarían destinados los libros que quise llamar "oscuros": terror (Stephen King, Bram Stoker, etc) y policiales (Conan Doyle, Agatha Christie, Thomas Harris, y un par más). En la última estantería, y de una manera un poco más injusta todavía, fueron los demás: autores argentinos (Borges, Cortázar), las obras de teatro (Shakespeare, Ibsen, Goethe, etc.) y novelas que no clasificaban como oscuras (Hesse, y otros).
Me había parecido haber encontrado un orden bastante lógico y adecuado. Ahora, al haber escrito y releido esto, me doy cuenta que no tiene casi ningún sentido y que más de uno dirá que me falla. No me importa, yo estoy contento y sé dónde está cada cosa, che, ¡qué joder!

3 comentarios:

Denzel dijo...

no creo que "te falle"... creo que es muy sensato e inteligente lo que hiciste, siempre que tengas previsto seguir ampliando tu biblioteca, cosa que creo que asi será, verdad?
no es buena idea tenes los libros desordenados... mi vieja los tiene desordenados y le desaparecen colecciones enteras y cuesta un huevo y medio encontrar un libro de menos de 200 páginas (y mirá lo que te digo) =/
yo no tengo tantos libros míos como para hacer ese tipo de limancias, pero si los tuviera, seguro k también lo haría y probablemente más enfermizo aún xD

Anónimo dijo...

Yo no tengo la paciencia para ponerme a ordenar mis libros. En general las enciclopedias y demases estan mas que ordenadas, el problema son los libros de narrativa que los tengo diseminados por toda mi habitación. Un Día intenté ponerlos todos juntos, pero como el lugar del escritorio que tengo para guardar libros es muy pequeño, deje el trabajo a la mitad al darme cuenta de que iba a necesitar una buena estrategia de acomodamiento. Ahora tengo libros en el placard y varias pilitas por ahí dando vueltas. Es divino el desorden de los libros!

Elizalde dijo...

Ah! Sí, usté lo ha dicho. Independientemende el orden, que bien ayuda también a ordenar la propia cabeza (sobre todo en una habitación que le es "nueva"), el desorden de libros me parece una cosa exquisita. Sobre todo porque en mi caso es signo de una prolífera lectura (con una enorme cantidad de tiempo libre por detrás, claro); la contribución al orden sólo implica que un libro ha concluido y uno es capaz de decirle a sus congéneres "Tomá! Me leí este libro en-te-ri-to"